La salud es un estado de bien-estar que afortunadamente la gran cantidad de nosotros ha experimentado. Cuando salimos de ese estado para pasar al de la enfermedad lo lamentamos y sufrimos. Desde hace varias décadas se convirtió el bienestar en una prioridad por parte de los organismos internacionales relacionados con la salud pública. Pero ¿qué es «bienestar» y por qué la naturaleza o estar inmerso en entornos verdes puede ser importante para producirlo?
Empecemos por definir esta palabra tan usada en todas partes hoy en día. “El bienestar es un estado físico, social y mental positivo; no es solo la ausencia de dolor, malestar e incapacidad. Requiere que se satisfagan las necesidades básicas, que las personas tengan un propósito, que se sientan capaces de alcanzar importantes metas personales y participar en la sociedad. Se ve reforzada por condiciones que incluyen relaciones personales de apoyo, comunidades sólidas e inclusivas, buena salud, seguridad financiera y personal, empleo gratificante y un entorno saludable y atractivo. El papel del gobierno es permitir que las personas tengan un acceso justo ahora y en el futuro a los recursos sociales, económicos y ambientales necesarios para lograr el bienestar. Comprender el efecto de las políticas en la forma en que las personas experimentan sus vidas es importante para diseñarlas y priorizarlas.” (Department for Environment, Food & Rural Affairs, DEFRA, UK, 2007)
En términos de garantizar el acceso a recursos ambientales para el bienestar humano, se hace necesario continuar profundizando en la calidad de bienestar que produce en el ser humano la naturaleza, y por tanto la cercanía de espacios verdes en su vida. Mucho se va mostrando sobre los efectos de actividades de conexión con la naturaleza en la salud física y mental de las personas; como mejora del sistema inmune, salud cardiovascular, higiene del sueño, memoria, atención, disminución del cortisol, mejora de trastornos de depresión, ansiedad, estrés. Todo esto nos abre los ojos a que cuando hablamos del impacto de la naturaleza en la psicología, salud física y bienestar global del ser humano, no estamos hablando de cualquier cosa.
Quiero hoy puntuar algunos ejemplos de estudios en esta vía que ponen su foco en la importancia de los parques y zonas verdes urbanas para la salud de sus habitantes. Por ejemplo, en un estudio holandés, los datos de salud autoinformados de más de 10 mil encuestados se correlacionaron con los datos ambientales nacionales que caracterizan el tipo y la cantidad de azul (por ejemplo, ríos, lagos, canales) y espacios verdes presentes en su vecindario. Se controlaron las características socioeconómicas y demográficas para determinar los efectos de selección y el estudio informó que las personas que vivían en vecindarios más verdes disfrutaban de una mejor salud general1. El tipo de espacio verde no pareció alterar la eficacia, pero la cantidad total de espacio verde en el entorno de vida pareció ser el predictor más relevante. Una crítica del estudio es que las características ambientales se separaron en los vecindarios y todas las personas dentro de esa área en particular se clasificaron como con igualdad de acceso a los espacios verdes. Esta medida cruda no reconoce que la exposición a los espacios verdes puede variar considerablemente entre los residentes del mismo vecindario y que la duración de la exposición también puede diferir.
Por supuesto, mucho de lo que viene a ser relevante a la hora de analizar estos estudios, es que el tipo de tiempo y conexión con la naturaleza que tengan las personas puede estar determinado por múltiples factores, de los cuales no podemos obviar aspectos cómo cantidad de tiempo libre con el que cuenten las personas en la semana, o incluso aspectos de la valoración que las personas hagan de los espacios verdes, puesto que la vida actual presenta una multitud de distractores o una gran tendencia a permanecer frente a pantallas; largas horas diarias trabajando, luego viendo televisión, leyendo en el computador, jugando videojuegos o en el smartphone.
En un estudio separado, uno de cada diez residentes se sentía insalubre cuando la mayoría del espacio que rodeaba su hogar era verde (90%). En contraste, cuando solo el 10% del ambiente era verde, el 16% de los residentes se sentía insalubre. Groenewegen y col. (2006)2 han puesto en marcha el proyecto «Vitamina G» en curso, cuyo objetivo es basarse en investigaciones anteriores que analizan la relación entre la cantidad y el tipo de espacios verdes y la salud y el bienestar. El proyecto tiene tres niveles diferentes: (i) datos nacionales holandeses; (ii) espacios verdes en entornos urbanos; y (iii) huertos parcelarios. Combina datos de uso de la tierra y estados de salud autoinformados. Los hallazgos darán sustento al desarrollo de políticas, ayudarán a la planificación y el diseño urbanos y aumentarán la conciencia sobre la importancia de los bolsillos verdes locales.
El verdor percibido en el vecindario también está fuertemente asociado con una mejor salud mental y física
El verdor percibido en el vecindario también está fuertemente asociado con una mejor salud mental y física. Los encuestados que percibieron su vecindario como muy verde tenían 1,37 y 1,60 veces más probabilidades de tener una mejor salud física y mental, respectivamente, en comparación con aquellos que lo percibieron como bajo en vegetación (Sugiyama et al. 2008). El grado de riqueza de especies en los espacios verdes urbanos también se ha asociado positivamente con el bienestar psicológico de los visitantes (Fuller et al. 2007), enfatizando la importancia de la biodiversidad gestionada localmente para el sentido del lugar y la reflexión.
En términos de salud general, los usuarios de los parques locales informaron menos visitas a un médico con fines distintos a los controles de rutina en comparación con los usuarios que no eran usuarios regulares del parque. Esta diferencia fue evidente incluso al controlar los efectos de la edad, los ingresos, el nivel de educación, el estado de salud y otras posibles variables de confusión (Godbey et al. 1998). Con frecuencia, los usuarios activos del parque también obtuvieron mejores resultados en los índices de salud autoinformados y percibieron que sus estados de salud eran mejores que los usuarios pasivos y no usuarios del parque (Godbey et al. 1992). Por lo tanto, las personas que participan en actividades recreativas en los parques locales parecen gozar de una salud desproporcionadamente mejor que los no usuarios y también tienen menos probabilidades de ser obesas que la población en general (Ho et al. 2003)3.
Así que frecuentar nuestros parques urbanos y pasar tiempo de calidad en estos espacios se hace más necesario hoy en día ante una agenda saturada de actividades. Sin embargo siempre insistiré en que el tiempo de calidad en la naturaleza requiere la disposición consciente a la pausa, la contemplación, la atención enfocada en el espacio natural (no en la pantalla del teléfono móvil) y el deseo de dejarse sorprender.
Por Emma Sánchez
MA. Psicología Clínica. Guía de Shinrin Yoku (Baños de bosque). Formadora y mentora para el Forest Therapy Hub.
1 y 2 https://www.researchgate.net/publication/285118479_Urban_ecology_and_human_health_and_wellbeing
3Ho, C. -H., Payne, L., Orsega-Smith, E. and Godbey, G. (2003). Parks & Recreation – Research Update from April 03: Parks, Recreation and Public Health, The Benefits are Endless. Pennsylvania: Pennsylvania State University’s College of Health and Human Development.

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